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“El juego de la sumisión”


La semana anterior hablamos un poco del mundo de la sumisión con el bondage, que es una extensión de este fetiche. Un juego de roles con dos papeles, el dominante y la sumisa o viceversa. Una de las prácticas sexuales más deseadas por el género masculino es esta, el de ser dominados por su pareja o el de tener a su merced a esta misma, el amaestramiento, en donde la mujer cumple con un rol de sumisión ante las órdenes de su pareja o su “amo”. En esta situación, quien más obtiene placer es el “amo”; la mujer, por su lado es la fuente generadora de este y, a la vez, recibe otro nivel de placer.

Los roles establecidos son el de el dominante y la sumisa. El primero es quien controla a la sumisa, tiene todo el poder, da las órdenes y lleva a cabo los posibles “castigos”. El sumiso o, en este caso, la sumisa es la que se entrega por completo a la voluntad del dominante, sin derecho a replicar.

El uso de juguetes sexuales para estimular los genitales, objetos para amarrar las extremidades e inmovilizarlas durante el acto sexual como látigos, y otros instrumentos para azotar son algunos de los elementos con los que el dominante se armará para hacer realidad su fantasía, todo con el consentimiento previo de la sumisa.

En el amaestramiento o la sumisión los sentimientos quedan a un lado durante el sexo, convirtiéndose en un acto netamente carnal. Tal y como en un juego, existen los castigos pero al mismo tiempo las recompensas. También se establecen límites previos en la pareja, pero es decisión de la misma decidir hasta qué punto quieren llegar en la necesidad de dar y recibir placer.

Y ustedes ¿Hasta dónde estarían dispuestos a llegar?


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